Hay Salzburgo más allá del festival
12/08/2013 Deja un comentario
Entre placa conmemorativa y placa conmemorativa, entre que si Mozart vivió aquí, Nannerl —su adorada hermana— se mudó acá, Hummel o Biber pasaron un tiempo allá, Herbert von Karajan esto o Thomas Bernhard aquello, lo cierto es que la ciudad austriaca resulta un lugar animoso para darse un buen paseo entre sus plazas y sus iglesias imponentes o a orillas del Salzach.
La plaza y los alrededores de las sedes principales del Festival de Salzburgo cuentan con algunos restaurantes interesantes. Lugar de reunión seguro para artistas y participantes es el Triangel, donde si pides un refresco de marca te miran mal o directamente no te lo sirven (¡no tienen!) y te cambian de idea con una limonada casera. Lo que sí se estila en el amable y atestado local son las cervezas, los vinos de la región, la comida típica y las mantas rojas por si el frío corta y te empeñas en comer en los bancos de fuera a la salida de los espectáculos. Tan bueno como este resulta el Sarastro, justo pegado al Triangel: un restaurante donde sirven cocina internacional, te tratan como a un príncipe y a la hora que sea te hacen un Wiener Schnitzel sin rechistar. Más tradicional y menos flexible con los horarios es el Zipfer, con su curiosa sopa de patata. También resulta simpático y apetece comer en cualquiera de los puestos que se abren en la calle. Buenas salchichas, buena fruta, quesos a discreción. Los paseantes vestidos de civil se mezclan a veces con clientes que se animan a un tentempié con sus mejores galas antes de meterse en la ópera. (…)
Esta edición de Salzburgo será recordada por el huracán venezolano, por la respresentación de Gawain,ópera sobre el ocaso de los héroes, por el montaje de Los maestros cantores de Núremberg, con Daniele Gatti, o Giovanna d’Arco, con Anna Netrebko y por Plácido Domingo.
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