Norman Lebrecht: «Madrid se cubre de vergüenza»
14/09/2013 Deja un comentario
El despido de Gerard Mortier como director del Teatro Real es uno de los episodios más feos de la historia de la ópera moderna.
Mortier, que nunca ha tenido un carácter fácil, se ha ganado enemigos a montones por donde quiera que ha ido (Bruselas, Salzburgo, Nueva York, París) y habrá muchísimos que se alegrarán de su caída (aquellos a quienes ha ofendido con su conducta prepotente y muchos más que detestan su estilo de producción posmoderno). Puede que sus enemigos incluso compartan una secreta sonrisa burlona de satisfacción por el modo en que se ha producido su destitución: se dejó que fuesen los periodistas quienes le contasen al director que lo habían echado, porque el Real no podía tomarse la molestia de informarle de forma apropiada y digna. Mortier siempre ha sido bueno utilizando los medios de comunicación para salirse con la suya. Algunos dirán que le han hecho tragarse su propia medicina.
Sin embargo, hay dos aspectos del despido que repugnarán a todos aquellos que piensan en lo que más conviene a la ópera, y a Madrid. En primer lugar, el aspecto humano. La semana pasada, Mortier anunciaba que le estaban tratando de un cáncer en Alemania. Esperaba seguir en el puesto hasta 2016 y le habían asegurado que sus perspectivas de supervivencia eran buenas. Despedir a un hombre cuando está luchando por su vida es indecoroso, poco cristiano e indigno de una organización que afirma representar el lado espiritual de una ciudad y un país. El Teatro Real se ha cubierto a sí mismo y a la ciudad de Madrid de vergüenza e ignominia.
Cuando los abogados de Mortier argumenten que se trata de un despido improcedente, no habrá un solo juez honrado en toda Europa que rechace su demanda por daños con agravantes. Esto va costarle muy caro al Real. (…)
El País / Blog Cultura | Norman Lebrecht –LEER AQUI LA NOTICIA DE MUSICA / MADRID
Noticia seleccionada por AMADEUS LIBRERIA DE MUSICA