“Necesitamos arte para recargar nuestra alma”

La virtuosa violinista alemana Anne Sophie Mutter inaugura este jueves el ciclo Palau 100

Entrevistar telefónicamente a Anne Sophie Mutter, una de las divas del violín, puede llevar a engaño. Una voz cantarina, alegre y muy musical —como no— que no deja entrever la madurez —51 años— de una de las grandes intérpretes del panorama actual. Mutter protagoniza hoy el concierto inaugural del Palau de la Música —con todas las entradas agotadas— con el Concierto para violín y orquesta núm. 1 de Max Bruch. “Sin duda uno de los mejores conciertos románticos de violín que es muy popular porque es preciosa. Y que he dejado de tocar durante un tiempo porque me he dedicado más a la música contemporánea”, explica.

Un concierto que, a priori, ha sido especial en la carrera de la violinista alemana ya que lo grabó en 1981 —con solo 18 años— con la Filarmónica de Berlín y de la mano de uno de sus maestros: Herbert von Karajan. Nada que ver aquella jovencita con jersey rojo de la carátula del disco que toca bajo la atenta mirada de Karajan con la sofisticación posterior de la violinista que ha subido a muchos escenarios luciendo porte. Ella intenta restar importancia al hecho de que fuera una de las primeras mujeres en escalar a ese grado de virtuosismo con el violín y ser solista en medio de un mar masculino. Frente los sempiternos fracs o trajes negros de ellos, Mutter irrumpía con ceñidos vestidos —rojos, negros, verdes— con escotes palabra de honor. “Crecí en un momento en que la apariencia física de un músico no era importante y, francamente, creo que ahora ya está todo superado”, afirma. (…)

El País | Blanca Cia –LEER AQUI LA NOTICIA DE MUSICA / CATALUÑA

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El reloj como aliado

Irma Thomas, gran dama del ‘soul’ de Nueva Orleans, llega a Madrid

«El tiempo está de mi lado; es así / el tiempo está de mi lado; es así». ¿Les suena? Se trata del inicio traducido de Time is on my side, el primer top 10 de los Rolling Stones en las listas estadounidenses. Y la canción a la que la dama al teléfono, Irma Thomas (Ponchatoula, Louisiana, 1941), acabó por renunciar en su repertorio: «Me harté de que se dijera que les versionaba, cuando la había grabado yo antes. En los sesenta en mi país, a los chicos de la British Invasion el gran público les atribuía cosas que no les pertenecían». El enfado de Thomas concluyó hace años (Bonnie Raitt la convenció para recuperarla), por lo que dicho clásico sí sonará en su voz este viernes en la sala TClub Madrid.

La designada Reina del Soul de Nueva Orleans («desde 1989, una idea del alcalde de entonces que no se me ha subido a la cabeza», bromea) visita España solo por segunda vez en sus seis décadas de trayectoria. El debut se produjo en 2013, dentro del festival Black Is Back y arropada por los mismos instrumentistas de la escena soul madrileña que la acompañarán ahora en la capital y, un día después, en Santiago de Compostela. «En aquella ocasión tenía dudas, había sufrido problemas con músicos de otros países. Pero se cumplió lo prometido: resultaron muy profesionales y disfrutamos mucho», asegura con conocimiento de causa. (…)

El País | Ramón F. Escobar –LEER AQUI LA NOTICIA DE MUSICA / MADRID

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Dos cabalgan juntos

Comenzó el otoño en el Auditorio Nacional con una sesión que sedujo por su naturalidad

Comenzó el otoño en el Auditorio Nacional con una de esas sesiones que seducen por su naturalidad y su atmósfera casi de salón al estilo de las schubertiades del siglo XIX. Era una propuesta nada rutinaria, pues se trataba de un recital de principio a fin a cuatro manos. Cabalgaban juntos, es una forma de hablar (ay, las influencias del cine), dos intérpretes de primera categoría, el alemán Andreas Staier y el ruso Alexander Melnikov. Variando su colocación conjunta ante el piano, con una complicidad a prueba de bombas, y con una bellísima música de Schubert de su último periodo, el que se extiende desde 1824 a su fallecimiento cuatro años después. Marchas, polonesas, rondós, andantinos, landler, dúos, variaciones y la maravillosa Fantasía en fa menor D940 para concluir. Una fiesta para los sentidos. No son frecuentes estas exhibiciones de piano compartido, lo que redundó en cierto aire de sorpresa y hasta de sensación de descubrimiento. A Staier le tenemos demasiado encasillado en Bach o, instrumentalmente, en el clave y el fortepiano. De Melnikov nos vienen a la memoria sus preludios y fugas de Shostakovich, o su integral para violín y piano de Beethoven con Isabelle Faust. La música de Schubert propiciaba un lugar de encuentro más que atractivo. Los dos pianistas se fundieron en un sola mirada, que se trasladó a la sala como una ráfaga de aire fresco. Sonaba todo un poco juguetón, pero el rigor de los intérpretes permitía esa chispa de familiaridad. ¿Espontaneidad controlada o libertad creativa? Pues una cosa y la otra. (…)

El País | Juan Ángel Vela del Campo –LEER AQUI LA NOTICIA DE MUSICA / MADRID

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