La genialidad no muere

La genialidad es un bien escaso. A sus 83 años, a punto de cumplir 84, Lorin Maazel la posee. A ratos, desde luego, pero la tiene. Es el Curro Romero, valga la comparación taurina, de la dirección de orquesta en la actualidad. Su interpretación el lunes en Madrid, pongamos por caso, de la Segunda sinfonía de Sibelius va a ser algo muy difícil de olvidar. Difícil, no: imposible. Ya en la primera parte del concierto había llevado con corrección y serenidad dos obras de Brahms, con un enfoque parsimonioso muy meritorio de las Variaciones sobre un tema de Haydn y una lectura ajustada del Doble concierto para violín y violoncello que posibilitó el lucimiento de los solistas, Lorenz Nasturica y Daniel Muller-Schott, refrendada por la passacaglia de Johan Halvorsen, que ofrecieron como propina. Hasta aquí todo encajaba en lo previsible. Lo excepcional estaba por llegar. Y llegó con Sibelius. Fue una lección magistral de cómo se construye un universo sonoro con una orquesta. Desde el punto de vista tímbrico, desde el desarrollo de ese concepto tan idealizado que se conoce por tensión, desde la fantasía musical dosificada para conseguir la seducción. (…)

El País | Juan Ángel Vela del Campo –LEER AQUI LA NOTICIA DE MUSICA / MADRID

Noticia seleccionada por AMADEUS LIBRERIA DE MUSICA

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